El contrato social para los datos
Los datos son un arma poderosa para combatir la pobreza en los países de ingreso bajo y mediano. Pueden ayudar a los Gobiernos a saber qué programas y políticas están funcionando, y cuáles no. Permiten identificar a quiénes carecen de acceso a servicios esenciales, como el agua, el transporte, la educación y la conexión a internet. E incluso, las empresas los pueden utilizar como un insumo para crear nuevas fuentes de valor económico.
Sin embargo, los datos en sí mismos no ayudan a las personas a salir de la pobreza. Son los usuarios de los datos quienes generan las ideas que pueden convertirse en acciones para mejorar los resultados de desarrollo.
Existen tres grupos principales de usuarios de datos que pueden apoyar el desarrollo. Los Gobiernos utilizan los datos sobre las poblaciones para identificar las necesidades y mejorar los programas y las políticas destinados a abordarlas. La sociedad civil, los círculos académicos y los ciudadanos individuales emplean los datos para controlar y analizar los efectos de las políticas públicas y para acceder a los servicios. Y el sector privado utiliza los datos para ampliar las empresas, impulsando un mayor crecimiento económico.
Los datos generados a través de estas vías tienen un potencial ilimitado. Se pueden utilizar y reutilizar varias veces, y de muchas más formas que las previstas originalmente sin que se agoten. Cuando se combinan varias fuentes de datos, estas se vuelven exponencialmente más poderosas de lo que eran por sí solas. Esto es especialmente cierto cuando se combinan datos de diferentes orígenes para ofrecer nuevas perspectivas, como cuando las empresas privadas utilizan los datos de los censos de los Gobiernos para focalizar servicios, o cuando los Gobiernos acceden a los datos de tráfico de las empresas de transporte para orientar la planificación de las carreteras.
Sin embargo, esto no está ocurriendo en la magnitud que se necesita. Actualmente, los datos no se utilizan plenamente en el campo del desarrollo. En el Informe sobre el desarrollo mundial 2021 se explica este problema y se presenta una parte importante de la solución: un contrato social para los datos.
Un contrato social no es una idea nueva. Las actuales leyes son un tipo de contrato social: un acuerdo entre las personas de una sociedad para seguir una serie de normas. Y ya existen leyes que regulan la generación y protección de los datos, como el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) de la Unión Europea, que se basa en los Principios de Información Equitativa de Estados Unidos formulados en la década de los años setenta.
Sin embargo, el contrato social para los datos propuesto en el Informe sobre el desarrollo mundial 2021 va más lejos. Para aprovechar los datos al máximo, se debe optimizar su uso. Las distintas partes que generan y utilizan los datos deben colaborar, y tener una manera segura para hacerlo. Al mismo tiempo, las oportunidades que generan los datos deben ser accesibles para todas las personas de todos los países, y no limitarse a unos pocos.
La recopilación de los datos personales de los individuos también requiere de su cooperación, por lo que hay que crear un entorno de confianza. Cuanto mayor sea el número de personas que confían en el sistema, es más probable que compartan su información personal, y más útiles serán los datos.
El contrato social es un elemento que permite una colaboración más segura para obtener un mayor valor de los datos de lo que se hace en la actualidad. Con una mejor colaboración entre los usuarios de los datos, se puede ayudar mejor a las comunidades más pobres y lograr avances en los objetivos de desarrollo.
Los tres elementos de un contrato social para los datos: Valor, Equidad y Confianza
Valor
El valor económico y social proviene del intercambio, la reutilización y la combinación de fuentes de datos para generar mayores conocimientos
Equidad
La recolección de datos, la infraestructura y el comercio deben incluir a las comunidades y los países más pobres de forma equitativa
Confianza
Los datos personales y la infraestructura de datos deben estar protegidos del uso indebido para evitar la discriminación y la ciberdelincuencia
Valor
El valor social de los datos
Los datos no tienen un valor intrínseco. Su valor proviene de la información que pueden proporcionar. Cuando la generación y el análisis de datos se centran en las ideas que pueden ayudar a los más vulnerables, se puede avanzar hacia el logro de los objetivos de desarrollo.
Por ejemplo, José vive en Chile y sufre de diabetes. Los servicios de salud pública locales no tienen la capacidad para dedicarse al seguimiento y la prevención de este tipo de enfermedades de larga duración, por lo que tuvo que luchar para controlar la enfermedad y contó con el apoyo de su familia. El servicio de telesalud Accuhealth le permite a José acceder a un seguimiento remoto de su salud mediante sensores médicos y análisis predictivos de datos, usando su perfil específico. Esto resulta más eficaz en función del costo que tratar las complicaciones graves, y mejora los resultados para los pacientes (Guardian, Banco Mundial).
El valor económico de los datos
Los datos también tienen un valor económico. Muchas empresas han digitalizado sus operaciones y usan los datos como un insumo para mejorar la toma de decisiones. Las innovaciones generadas a partir de esta explosión de datos pueden impulsar la rentabilidad de las empresas, lo que finalmente contribuye a un mayor crecimiento económico.
Muchas empresas también utilizan los datos como eje de sus servicios, lo que puede corregir los desequilibrios en el acceso a servicios como la atención médica y los productos financieros.
En India, los ingresos de los agricultores están tradicionalmente a merced de las lluvias. Las cosechas pueden ser variables e imprevisibles año tras año. Ahora, los agricultores pueden utilizar una plataforma basada en datos que combina datos satelitales, inteligencia artificial y aprendizaje automático para estimar el rendimiento futuro de los cultivos. Pueden utilizar esta información como prueba de su rentabilidad y compartirla con las instituciones financieras para acceder a los préstamos.
La sinergia de compartir los datos
El verdadero poder de los datos para el desarrollo proviene de las formas creativas de combinar y reutilizar las fuentes. La superposición de fuentes de datos del sector privado, el sector público, la sociedad civil y los círculos académicos puede mejorar la granularidad, la puntualidad y la cobertura de los conjuntos de datos, además de mejorar la toma de decisiones.
Las personas que viven en Longido (Tanzanía) registran uno de los niveles de pobreza más elevados del país. Sin embargo, si se utiliza el método típico de realizar un mapeo de una muestra de las encuestas de hogares para los datos censales, se obtiene una tasa de pobreza inferior al 50 % del índice real (Belghith y otros (2019), mapa O.2 del Banco Mundial en el informe) (i). Cuando estos datos de las encuestas se combinan con los datos satelitales, la resolución aumenta, dividiendo a Tanzanía en 169 distritos en lugar de 20, y se muestra la verdadera extensión de la pobreza en el poblado de Longido.
El plan comienza con los datos
Para que el contrato social funcione, es necesario que exista un gran interés por los datos. Deben ser considerados como una base fundamental en la toma de decisiones. Los datos se recopilan las 24 horas del día. No obstante, muchos de ellos solo se utilizan una vez y luego se almacenan (o se pierden), sin ser reutilizados. Es necesario dar un giro para que el libre acceso y la reutilización de los datos sean la opción predeterminada. La seguridad es primordial, pero retener los datos no es la mejor forma de protegerlos.
Hablar el mismo idioma
Para que los datos se puedan compartir en todo el mundo, deben utilizarse en un lenguaje universal. Normas comunes para las definiciones y clasificaciones pueden facilitar el proceso de superposición de múltiples conjuntos de datos. Por ejemplo, el Sistema de Cuentas Nacionales es una norma acordada internacionalmente para medir el tamaño y el crecimiento de las economías de los países.
Las organizaciones internacionales y regionales pueden ayudar a los países que carecen de capacidad técnica para generar datos, y ayudarlos a armonizar la recopilación y sistematización de los datos. La Iniciativa 50x2030 para Cerrar la Brecha de Datos sobre Agricultura es un ejemplo de un proyecto de múltiples asociados que procura transformar los sistemas de datos agrícolas en 50 países en desarrollo a más tardar en 2030. Este enfoque regional crea un producto transferible, además de generar identificación nacional.
Equidad
Representación precisa
Representar a toda una población en un conjunto de datos resulta muy complicado y, a menudo, los desfavorecidos suelen quedar excluidos. La falta de una conexión digital, una identificación oficial, una dirección formal o una línea telefónica son solo algunas de las razones por las que las personas podrían resultar invisibles para determinados tipos de recolección de datos.
La desigualdad de género es otro problema cuando se trata de subsanar las brechas de datos. En los Objetivos de Desarrollo Sostenible, 54 indicadores se relacionan con el género, y hay datos ampliamente disponibles para solo 10 de estos.
Esta situación genera desafíos a los responsables de la formulación de políticas a la hora de calcular la población de un barrio marginal o distribuir fondos de emergencia durante la pandemia de COVID-19. Las personas marginadas necesitan estar mejor representadas, y los sistemas de datos se deben diseñar teniendo en cuenta estos desafíos.
Beneficios equitativos
Como parte del contrato social, las intervenciones de programas y políticas pueden ayudar a garantizar que los pobres se beneficien equitativamente del potencial que brindan los datos.
Millicent vive en Kibera, una zona marginal de Nairobi (Kenya) en que habitan 250 000 personas. La barriada ha sido estudiada durante mucho tiempo por organizaciones extranjeras y las continuas encuestas han provocado una sensación de cansancio en los residentes, que no han recibido nada a cambio de los datos recopilados.
El proyecto Map Kibera se propuso cambiar este patrón. En el marco del proyecto, se realizó un mapa de código abierto e impulsado por la comunidad, aprovechando la sabiduría local. Millicent fue una de las residentes locales que mapeó la zona local, registrando los puntos de interés en función de lo que era importante para ella. El mapa elaborado no solo está disponible en línea con código abierto, sino también en versión impresa en Kibera, para que los residentes lo utilicen y agreguen más información (Map Kibera [i]).
El desequilibrio de la infraestructura
A medida que la cantidad de datos digitales se ha disparado, la necesidad de tener una infraestructura sólida también ha aumentado. A menudo, existe un desequilibrio entre las zonas rurales y urbanas dentro de los países, y entre los países más ricos y los más pobres.
Desigualdad entre las personas – acceso a redes de banda ancha
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 9c insta a facilitar el “acceso universal y asequible a internet en los países menos adelantados a más tardar en 2020”. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer: la meta de la Comisión sobre la Banda Ancha de las Naciones Unidas es un 75 % de acceso a la banda ancha en todo el mundo para 2025, 65 % en las economías en desarrollo y 35 % en las economías menos desarrolladas.
Cuando se trata de internet móvil, la evolución de la tecnología hace que la igualdad de acceso sea una meta variable: en 2018, el 92 % del mundo vivía en lugares con acceso a una señal 3G, pero en la actualidad solo el 80 % vive en lugares con acceso a una señal 4G, y un porcentaje mucho menor tendrá acceso a la nueva tecnología 5G.
Las políticas pueden crear condiciones igualitarias, incentivando la inversión del sector privado en servicios de banda ancha y de internet móvil en los lugares con menor conexión.
Desigualdad entre los países – almacenamiento y transferencia de datos
El análisis de datos no solo se relaciona con el acceso a internet. Los países de ingreso bajo y mediano usualmente no tienen la infraestructura nacional necesaria para participar en la economía de los datos: desde los puntos de intercambio de internet hasta el intercambio de datos, los centros de colocación para almacenar los datos y las plataformas en la nube para procesarlos.
Cuando estas instalaciones no están disponibles en los países, se pueden compartir a nivel regional, siempre que las regulaciones estén armonizadas y existan conexiones de alta velocidad adecuadas entre los países vecinos.
Creación de condiciones igualitarias
Las economías de escala hacen que las empresas basadas en datos crezcan con especial rapidez, lo que conduce a la concentración del poder de mercado. Esto hace que sea más difícil para las empresas de plataformas de las economías de ingreso bajo alcanzar una masa crítica y competir con los actores globales.
Al mismo tiempo, el carácter virtual de las empresas basadas en datos dificulta a los Gobiernos la recaudación de los ingresos tributarios habituales procedentes de las ventas y las utilidades que las empresas extranjeras obtienen en sus mercados nacionales. Esta situación afecta la forma en que se distribuye el valor económico de estas empresas entre los países.
Las políticas económicas necesitan abordar las cuestiones relacionadas con la competencia y los impuestos para ayudar a los países de ingreso bajo a obtener beneficios más equitativos de las empresas basadas en datos.
Confianza
La confianza aumenta la participación
El elemento principal del contrato social son las personas. Si las personas no confían en el contrato social, no participarán en él. Esto se puede convertir en un asunto de suma importancia a la hora de manejar datos altamente confidenciales, que también pueden ser los más valiosos para los responsables de la formulación de políticas.
Desafortunadamente, las supervivientes de violencia contra las mujeres y las niñas corren un mayor riesgo de sufrirla después de haberla denunciado, lo que hace que la recopilación de datos sobre este tema sea un proceso muy delicado. Hay que proteger a las víctimas y tratarlas con la máxima privacidad y confidencialidad posibles cuando relatan sus historias, ya que sin ellas no se puede ver completamente la magnitud del problema.
Por eso la confianza es un elemento clave del contrato social para los datos. Cuando se crea un entorno de confianza entre los recopiladores de datos y las personas a las que se refieren los datos, esto promueve una mayor participación, lo que proporciona una mayor visibilidad a todos los miembros de una población. Y esta mayor representación aumenta el poder del sistema de datos para ayudar a todas las personas.
Salvaguardas contra los daños personales
Entre los ejemplos de uso indebido intencional de los datos para provocar daño figuran la discriminación y la vigilancia por razones políticas o comerciales. El contrato social exige salvaguardas para proteger a las personas y los países de estos tipos de daño.
La protección de los datos personales se basa en un marco de derechos humanos. Esto se logra generalmente solicitando el consentimiento antes de recopilar los datos, pero esta medida no es suficiente. Una persona promedio tardaría 76 días al año en leer todos los formularios de consentimiento que se le presentan en línea (Madrigal, 2012). Esto significa que los usuarios realmente no pueden proporcionar su consentimiento informado.
Salvaguardas contra los daños no personales
También es necesario proteger los sistemas y la infraestructura de las amenazas cibernéticas. En un estudio reciente, se estimó que el costo anual de la ciberdelincuencia en Estados Unidos oscila entre USD 57 000 millones y USD 110 000 millones (Consejo de Asesores Económicos, 2018).
La protección de los datos no personales se realiza a través de la ley de propiedad intelectual. Sin embargo, muchos países de ingreso bajo y mediano no tienen suficientes leyes de propiedad intelectual para proteger adecuadamente los datos.
Los facilitadores aumentan el valor de los datos de forma segura
La confianza no se trata solo de evitar el daño que causa el uso indebido de los datos. También tiene que ver con facilitar un mayor uso de los datos para obtener el máximo valor de ellos de manera segura. Una parte esencial de este valor proviene del intercambio de datos entre las partes interesadas. Para que los datos se compartan de forma segura, deben ser anonimizados sistemática y apropiadamente.
A menudo, los datos recopilados por el sector privado pueden tener un alto valor para el sector público, como los registros de teléfonos móviles para el rastreo de contactos con el fin de controlar la propagación de la COVID-19. En el marco de un contrato social para los datos, el Gobierno puede incentivar a las empresas privadas a compartir sus datos, al tiempo que les exige proteger la información confidencial de los usuarios finales.
La gestión de datos es clave para que el contrato social funcione
Cómo crear un contrato social
La gestión de datos permite hacer tangibles las ideas que fundamentan el contrato social. El contrato social para los datos no se trata simplemente de una lista de reglas, sino de una forma de abordar los datos, para asegurarse de que beneficien a quienes más los necesitan. Se basa fundamentalmente en las personas, y trabaja por un objetivo común.
Sin embargo, para ponerlo en marcha hay que comenzar por las leyes y regulaciones. No se trata solo de proteger a los usuarios de los posibles daños causados por los datos, sino también de inspirar un bien mayor a partir de ellos, aumentando la transparencia, regulando la competencia del mercado y exigiendo la colaboración.
Un contrato social nacional – el sistema nacional integrado de datos
Es importante comenzar a nivel nacional. Los países son responsables de equilibrar las desigualdades entre sus ciudadanos; proteger sus derechos, a través de un entorno de confianza, y procurar obtener el máximo valor de los recursos disponibles promoviendo la colaboración entre los usuarios de los datos. En el Informe sobre el desarrollo mundial 2021 se propone un marco detallado sobre cómo los Gobiernos pueden trabajar en conjunto con las instituciones, los círculos académicos, el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones internacionales en el Sistema Nacional Integrado de Datos.
Un contrato social internacional
La gestión de datos internacional también es de suma importancia para asegurar que los países de ingreso bajo y alto se beneficien equitativamente de la economía mundial de datos. Las políticas globales pueden ayudar a que los datos sean más fáciles de compartir mediante la armonización de las normas técnicas, tanto en el ámbito digital como en la infraestructura física. Las leyes internacionales pueden proteger a las personas, los países y los sistemas de las amenazas a la ciberseguridad, al tiempo que mejoran la cooperación transfronteriza. Y las organizaciones internacionales desempeñan un papel importante a la hora de posibilitar la recopilación y el análisis de datos.
Con el marco de gestión adecuado, se puede aprovechar todo el potencial de los datos para mejorar la desigualdad y ayudar a las personas más pobres del mundo, mientras se mantiene la seguridad de todos.